Nueva Área de centralidad de Valladolid

La clave está en el propio lugar. Como casi siempre. Lugar impenetrable, que hay que bordear. Ristras de trenes, varados en vías muertas; ristras de colores almacenados; de naves paralelas; ritmos alargados, deslizantes; haciendo de contención, de defensa numantina. Eso nos encontramos: sugerente. El futuro: Se soterran las vías. Se eliminan los muros. No hay motivo para diques o fronteras: Se pretende hacer ciudad; una intervención singular de reconversión. ¿Y si esas ristras de trenes de colores se convierten en ristras de edificios y esa impenetrabilidad abre paso hacia ese eje de penetración tan importante en la ciudad? Hacemos un gran parque; lo queremos relacionar con el Campo Grande. Y en el parque, ristras de edificios deslizando; permeables en planta baja; recortando su silueta transparente contra el cielo; bloques laminares con sus cuatro esquinas elevando la altura; definiendo los límites. Con una torre ligera, como fondo de perspectiva, cerramos del gran eje de Recoletos; le acompañan, más adelantadas, otras dos más bajas que potencian la composición. Las varianzas de un módulo preciso, repetido, sirve para conformar esta propuesta de bloques laminares con elevaciones puntuales en torre. Vienen a la mente esas composiciones de Joseph Albers en las que con un sutil juego de ritmos y pausas hace vibrar una línea horizontal.