Centro de Congresos, Exposiciones y Ferias en Cuenca.

2010

2010

El agua desgastando lentamente el terreno rocoso, produce geometrías de una gran belleza. Trazados muy libres, frescos y sugerentes, de apariencia azarosa. Lo más asombroso es que para generar esta gran creación, basta con unas pocas leyes, muy simples, basadas en el mínimo esfuerzo y en la máxima eficacia. En el Palacio de Congresos de Cuenca se trabaja con un programa complejo, de diferentes usos que deben convivir, juntarse, aunar sinergias y también independizarse y tener visibilidad propia. Se busca un sistema de interrelaciones; no cerrado, indeterminado y complejo. Italo Calvino cuenta en sus Seis propuestas para el próximo milenio, que el poeta Giacomo Leopardo, determina la belleza de una obra artística “en lo vago, abierto e indeterminado, pues es justamente esto lo que mantiene la forma abierta a múltiples realidades”. El tamaño funcional de las piezas, sus interrelaciones, el cumplimiento estricto de las superficies del programa y sobre todo la búsqueda de la mayor sencillez y de la máxima eficacia, conforman las leyes básicas de la formulación de la propuesta. Leyes que actúan como el agua en la roca madre de Cuenca, modelando el gran volumen construido del nuevo Palacio de Congresos y produciendo una topografía artificial, que es la base conceptual sobre la que se asienta la propuesta. Se produce una topografía, surcada por grietas y desfiladeros, que se adapta al terreno circundante. Reduciéndose el impacto visual de la propuesta. Y que evocan el trabajo del agua en la topografía de Cuenca, en sus hoces, torcas y ciudad encantada.