Centro Cultural en Santa Eulalia. Concurso

2010. Primer Premio.

2010. Primer Premio.

Las visiones casi mágicas en sus diferentes escalas de aproximación que los satélites nos ofrecen, se han convertido en una herramienta fundamental para explorar territorios, y es curioso comprobar cuanto tienen que ver las vistas macro con composiciones realizadas por artistas plásticos en los que el azar ha sido el fundamento esencial de su búsqueda. Azar y naturaleza son los principios básicos de la propuesta. Sin excepción a la regla, la singular ciudad amurallada de Eivissa se extiende en su norte más inmediato y hacia el oeste con una rígida artificialidad, hacia el este, la ciudad se dispersa en torno a pequeños y antiguos núcleos rurales, donde una vez mas, el azar, organizó un informal tejido de cultivos, huertas, y casas de labor, con la misma capacidad plástica del Highway de Paul Klee. Creemos que hay que evitar, que la lógica transformación progresiva de estos antiguos núcleos rurales en núcleos de población, genere la destrucción del tejido. No es suficiente proteger pequeñas unidades aisladas de arquitectura con un nostálgico valor ambiental, como tampoco es recomendable oponerse a la inexorable transformación provocada por la necesidad de crecimiento y adaptación. Hay que buscar el equilibrio evitando el efecto combinado de crecimiento y destrucción. Para encontrar dicho equilibrio, es aconsejable analizar la escala macro del territorio para intervenir en la escala particularizada, de esta forma, las partes encuentran su relación en un todo, definido por la sugerente matriz del tejido. Nuestra propuesta pretende intentar restaurar, dentro de lo posible, la sutura con la naturaleza y restablecer el equilibrio de las partes con el todo que el azar organizó. Proponemos la construcción de un ligero Pabellón vinculado a una circulación. Un espacio dinámico insertado en un recorrido que favorezca la comunicación de las dos zonas verdes colindantes, objeto también del concurso. Su huella y presencia pretende ser lo mas ligera posible, y su organización formal evita referencias axiales y rígidas geometrías para fluctuar libremente en el tejido. Su cubierta, casi horizontal, protege, recoge y expulsa; y su forma se la debe al azaroso fenómeno de moléculas de agua que se fusionan sobre la pulida superficie de un vidrio. Bajo la cubierta un sencillo programa de máxima coherencia con los recursos disponibles, resuelto en cápsulas de color, fieles a las moléculas que produjeron su forma. Entre sus dinámicos vacíos, pinos, algarrobos y encinas.